Monday 15 April 2013

Ensayo de Ezquerro, "¿Quién es el monstruo?


Este ensayo de Ezquerro se presenta desde el título como un enigma, lo cual no es sorpresivo ya que trata sobre otro cuento, de Quiroga, que es, a su vez un enigma resuelto. El ensayo es de análisis textual, es decir, todo su interés y atención se centra en el cuento. El objetivo es descifrarlo, interpretarlo, entenderlo en un nivel más allá de lo anecdótico, es decir, en un nivel simbólico.

Ezquerro estudia las estrategias narrativas, el espacio, el tiempo, el narrador y los personajes de la historia. Es decir, estudia a profundidad cada uno de los elementos que construyen una obra.

En su decálogo, similar al de Poe, Quiroga afirma que el autor debe saber el final de su historia, antes de empezarla. Si este es el caso, podrá controlar de manera consciente toda sus decisiones en el texto. Ezquerro encuentra varios indicios anticipatorios sembrados en la trama. Dichos indicios se grabarán de manera inconsciente en la mente del lector en una primera lectura:
·      Palabras que connotan frío y rigidez.
·      Estación invernal.
·      La noche permanente.
·      Mención a la cabeza de Alicia, momentos antes del desenlace.
·      Enfermedad como “fluencia”.
·      Alucinaciones de Alicia con monstruos (¿de almohadón?)
     
El espacio donde se desarrolla la historia es frío, cerrado, oscuro. Una vez adentrados en la casa, ya no volvemos a salir. Salvo en la escena del jardín. Esta escena representa un distensión en la trama, un momento de relajación previo al desenlace final. Así pues, el espacio no presenta fisuras  ni escapatorias, adentro de la casa blanca, en silencio y fría, la heroína es víctima.

Las indicaciones de tiempo sirven para acrecentar la tensión. Tenemos, en primera instancia, tres meses de luna de miel. Este es un tiempo indefinido, pero en el que ya se presiente un problema. A esto, le sigue una mención de días y, finalmente, el monstruo “en cinco noches, había vaciado a Alicia”. El tiempo construye la tensión y lo hace de manera irreversible.

El tiempo de la trama es, “tiempo pulsátil”, responde a intereses internos. En este caso, su pulso va en oposición al de Alicia y en concordancia, quizá, con el de Jordán.

En un tercer apartado, Ezquerro sugiere por primera vez su interpretación: el monstruo es Jordán. Para fundamentar su lectura, a ella, Alicia la pinta como una víctima ideal: es rubia, como símbolo de cálida, y sumisa. El animal que la mata, tiene en primera instancia una boa, pero después hay un aparente desliz en la voz narrativa que llama a esta boca, “trompa”, ¿símbolo fálico?

Jordán por su parte es alto e impasible. Resiste con ecuanimidad la enfermedad de Alicia. Su angustia se muestra en sus vaivenes sobre la alfombra. En un análisis puntual del nombre de Jordán, Ezquerro encuentra que se trata del nombre de un río, un fluir, una fluencia. La enfermedad de Alicia encuentra pues, su variante en el nombre de su marido.

Por último, Ezquerro reafirma su postura. El monstruo es Jordán. Para ello, conjunta todas las piezas sueltas y cimenta su interpretación. La “trompa” del animal que succiona la sagre de Alicia, el vaivén de Jordán, la luna de miel y los meses subsiguientes son una imagen de la relación sexual destructiva. El macho es también vampiro que va matando a la mujer como víctima. Por un lado tenemos la frialdad impasible y, por el otro, la calidez que no logra expresar sus emociones.

Se trata con esta interpretación, claro está, de un nivel simbólico. La anécdota se cumple con la muerte de Alicia y el descubrimiento del monstruo. La interpretación simbólica hace del descubrimiento, un encuentro. Jordán y el monstruo son uno solo. 

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